Jano

por | 11 enero 2014

Dios romano, que estaba en medio de todas las cosas. Presidía el inicio y el fin de todas las actividades, todo lo relacionado con el cambio y custodiaba los umbrales. Se le reconoce por tener dos caras, que miraban en direcciones opuestas, su epíteto es “bifronte”, el de los dos rostros. Una cara mira al pasado o inicio, con el rostro de un niño; la otra mira al futuro o fin, con el rostro de un anciano.

No se sabe bien cuales son sus orígenes; podría haber sido un dios originario del Lacio o bien un dios importado. Pudo haber sido un dios asociado a paso del tiempo, las estaciones, las puertas, loa campos, los principios y los finales, la siembra, la navegación y la guerra. Al creer que era un dios que ya había existido , cuando se rendía culto  a otra  divinidad, se le  invocaba primero a él, ja que Jano abría el camino para que los mortales pudieran comunicarse con los dioses.

El primer día del año, lleva su nombres. En este día se le invocaba para que trajera fortuna a los romanos, éstos se intercambian pequeños obsequios. Se pedía su favor al iniciar un trabajo, al abrir un negocio y antes de proceder a un rito social, como el matrimonio o la mayoría de edad de los varones. Con el rostro que miraba la futuro, podía ver el recorrido de todo lo que estaba por iniciar

Cuando se declaraba una guerra, se abrían las puertas del templo y no se cerraban hasta que ésta había concluido.

Con la ninfa Camasene, fue padre de Tiberius (dios del río Tiber)

Su rito es el más longevo y constante de la historia de Roma. Hay una historia que cuenta que, cuando ya el cristianismo era la religión oficial y Teodosio había prohibido el culto pagano, en el año 537, Roma se encontraba asediada por los godos y alguien abrió las puertas del templo de Jano, que habían permanecido cerradas desde el año 390. Los godos no consiguieron entrar en la ciudad.

Quizá el dios quiso realizar el último servicio a la ciudad, que le había honrado durante mas de mil años.