Africa occidental Eshu ( pueblo yoruba) Eelgba (nativos de Berin)
Definiendo su rol, sería el dios del destino. Es mensajero y mediador entre hombres y dioses. Es personaje clave de la adivinación, un ritual que armoniza y equilibra la fuerzas en conflicto que existen en el mundo. Esta relacionado a la vez con los ajogum (dioses maléficos) y los orisha (dioses benéficos), estableciendo vínculos entre ellos. Se la ha identificado equivocadamente con el diablos cristiano,Su ira se puede aplacar haciéndole sacrificios.
Es el mayor embustero sobre la tierra, inteligente y astuto que vaga por el mundo. Siente especial atracción por aquellos lugares donde se avecinan cambios y hay períodos de crisis. Le gusta ejercer su influencia en los cruces de caminos, en el umbral de los hogares y todo sitio donde de venden y compran cosas.
Hay varias historias sobre los engaños de Eshu, la más célere es ésta:
Había dos granjeros vecinos, cuya amistad no podía ser más firme, incluso les gustaba vestirse de forma similar, como si fueran hermanos. Un buen día, Eshu, decidió caminar por el sendero que dividía las tierras de estos granjeros, vestido de la siguiente manera: llevaba en la cabeza un sombrero blanco por un lado y negro por el otro, se colgó un bastón en el hombro, se puso una pipa en la nuca y vestido así hizo el camino completo.
Los dos amigos al encontrarse y comentar lo sucedido, entraron en contradicciones sobre su extraño visitante, sin poder decir que camino seguía ni de que color era el sombrero, Su discurso fue subiendo de tono, hasta que llegó a oídos del rey, que les mandó llamar para que le contaran lo sucedido. Mientras cada uno trataba de convencer al rey, contándole su versión, Eshu, hizo acto de presencia y le dijo al monarca que ninguno de los dos decía la verdad, pues ambos había sido engañados.
El rey, enfadado, mandó a su guardias capturar a Eshu, pero éste logró escapar. En su huída fue prendiendo fuego a varias casas. Mientras los aldeanos trataban de escapar de las llamas, Eshu, se ofreció a ayudarles a guardar sus pertenencias para que no se quemasen, todos los aldeanos aceptaron sin desconfiar. Eshu se hizo con todos los bultos que luego repartió de forma aleatoria, dejando a las víctimas del fuego aún más confusas y con grandes dificultades para recuperar sus cosas en medio del caos.
sobreleyendas.com