Orfeo

por | 5 abril 2014

Cantante y músico, hijo de la musa  Caliope y del dios Apolo.  Otras versiones lo hacen hijo de Eagro (rey de Tracia) Decían que la música que salía de su lira, calmaba a las bestias y la almas descasaban al escucharla.

Viajó con los Argonautas, su presencia fue muy valiosa, pues con su música calmaba las  peleas y salvó a sus compañeros, cuando fueron atacados por los cantos de las sirenas, las notas de su lira se impusieron a los cantos de éstas.

Al volver de su viaje, Orfeo un día vio al la ninfa Euridice, enamorándose de ella. Al poco tiempo se casaron y vivían muy felices, pero la felicidad duró poco. Aristeo, que también se había prendado de ella, con la intención de poseerla, la persiguió a lo largo de la llanura,. Durante la carrera, Euridice, pisó, accidentalmente a una serpiente que la mordió y le provoco la muerte.

La tristeza de Orfeo se dejaba ver en sus tristes melodías. Los dioses le aconsejaron que bajara la inframundo en su busca; Orfeo, lo consideró y lo llevó cabo.

En primer lugar se encontró con Caronte, quien se negó a llevarlo al río Estigia, pero Orfeo, tocó para él y al final accedió. Más adelante se encontró con Cerbero, el guardián de las puertas, al que durmió con su canto. Finalmente llego a la presencia de Hades y Persefone, que con su música les ablandó el corazón y le permitieron que se llevara a su  querida Euridice. Solo le pusieron una condición: que ella fuera detrás suyo y que él no mirara atrás hasta que fueran tocados por los rayos del sol, en caso de que se diera la vuelta,  Euridice desaparecería para siempre.

Orfeo empezó a salir lentamente, sin mirar atrás pero cuando estaban próximos a alcanzar la luz del sol le entraron las dudas de si Euridice le seguía y se dio la vuelta para comprobarlos, en este instante Euridice desapareció. Orfeo, volvió a bajar al inframundio , pero esta vez Caronte, a pesar de sus cánticos no lo quiso cruzar.

Debido a su dolor, pasó siete día sin comer, a orillas de la laguna, desde entonces no quiso saber nada de las mujeres, Las Miriades, enloquecidas y desesperadas, ya que ni su canto las apaciguaba, se abalanzaron contra él y lo despedazaron, dejando intacta su cabeza y su lira. Éstas cayeron al río Hebro, hasta llegar a la isla de Lesbos,  la lira no dejada de tocar y su cabezas solo repetía el nombre de su  amada Euridice.

La lira quedó en los cielos como una constelación y Orfeo encontró a su  amada en el mundo de los muertos, donde moran en el reino paradisiaco de Los Campos Eliseos.

.