Niobe

por | 27 enero 2014

– Hija de Tantalo y hermana de Pélope. Se casó en el músico Afión y juntos llegaron ser reyes de Tebas. Niobe tenia un motivo de gran orgullo, había dado a su esposo siete  hijos y siete hijas, todos de gran belleza, y en ellos basaba su felicidad.

Su orgullo le llevó a pronunciar unas palabras que trajeron la desgracia a su casa.  Un día mientras se celebraran los ritos de adoración a Latona y a sus dos hijos (Apolo y Artemisa), Niobe, ordenó cancelar los ritos con estos argumentos: ¿porque adoraban a una mujer a la que no habían visto nunca, en vez de rendirle pleitesía a ella, hija de  Tantalo que había compartido mesa con los dioses y su esposo que construyó y gobierna la ciudad,? ¿porque preferían a Latona, si ella era más dichosa con sus catorce  hijos que la diosa que había tenido solo dos?. Los habitantes obedecieron y cancelaron los ritos.

Latona, que había escuchado las palabras de Niobe, se sintió ofendida, llamó a sus hijos, Apolo y Artemisa, y les repitió una a una las palabras escuchadas y los envió a castigar el orgullo de Niobe.  Los dioses envueltos en  una nube se dirigieron a Tebas.

Frente a la ciudad se celebraban unos juegos olímpicos, en los que tomaban parte los hijos varones de Niobe. Apolo, tensó  su arco y con sus flechas mató uno a uno a todos los hijos de Niobe. El menor de ellos, alzó un grito al cielo pidiendo el perdón de los dioses, pero la flecha ya había sido lanzada y cayó muerto.

Niobe, junto con sus hijas, llegó al campo, advertida por los gritos de la gente y se encontró con el cadáver de sus siete hijos; sus hijas, que estaban con ella compartiendo su dolor, fueron cayendo muertas una a una, por los dardos de Artemisa. Cuando solo quedaba la más pequeña, Niobe, abrazada a ella, rogó a los dioses que la dejaran vivir, pero una flecha atravesó su corazón.

Anfión al ver a sus hijos muertos, se enfureció y se dirigió al templo de Apolo, con la intención de prenderle fuego, pero no logró su objetivo pues el dios le abatió con una de sus flechas.

Los cadáveres de los hijos de Niobe, permanecieron insepultos durante nueve días, pues los dioses habían transformado en piedras  a los habitantes de Tebas; el décimo día los dioses les dieron sepultura.

Niobe, con su hija en brazos, huyó enloquecida a Asia Menor, después estuvo vagando hasta el monte Sipilo, donde su dolor no le permitió avanzar. El viento no agitaba su pelo, los ojos le quedaron fijos en el cuerpo de su hija y la sangre dejo de fluir dentro de ella. Se transformó  en una roca, pero sus ojos no dejaron de llorar, lo que provocó que se convirtiera en un manantial.

– La primera amante mortal de Zeus. Hija de Foroneo  (rey de Peloponeso) y de Laodice (ninfa). De su relaciones con Zeus nació Argos