Hestia

por | 25 mayo 2014

Diosa de la cocina, del hogar, del fuego que da calor y vida a los hogares, de la arquitectura y de la familia. Es una de las tres diosas vírgenes, Hija de Cronos y Rea.

Tuvo como pretendientes a los dioses Apolo y Poseidon, pero lleva le prometió a Zeus que se mantendría siempre virgen. Zeus para evitar una disputa entre los dioses, le cedió el poder de ser la principal diosa en ser adorada en cada hogar y la primera víctima de todos los sacrificios públicos.

La diosa apenas salía de su hogar , que estaba ubicado en la parte alta del Olimpo, por ello nunca se inmiscuía en las vidas de los demás, tanto de los mortales como de los divinos; debido a ello es difícil encontrarla en los relatos mitológicos, a pesar de ser una de las principales diosas. En los banquetes, era la primera en recibir los sacrificios, solían sacrificarse terneras de menos de un año, aludiendo a su virginidad.

Solo se conoce una relato: durante una fiesta a la habían asistido los dioses, se quedaron todos dormidos. Priapo (dios de la fertilidad) que iba borracho, intentó violar a Hestia. Cuando el dios estaba a punto de abalanzarse sobre ella, el rebuzno del asno Sileno, la despertó y tuvo tiempo para poder huir , aunque otra versión cuenta que fue Priapo el que huyó al oír los gritos de la diosa.

Como diosa de la arquitectura, era la inventora de la construcción de casas. Protegía además los sentimiento más íntimos y tradicionales, pues de ello dependía la felicidad y la armonía familiar y conyugal. Con el tiempo llegó a ser la protectora del todo el universo.

Con el fuego que ardía en sus templos (ya que para ella el fuego sagrado daba vida a todo lo conocido) los habitantes de la polis, que iban a conquistar nuevas tierras, encendían unas antorchas, con la que prendían el fuego en los templos de las nuevas ciudades, como símbolo de unión con la polis.

Cuando un fuego se apagaba, solo se podía volver a encender a través de un rito sagrado. Las Vestales, en Roma, eran la encargadas de cuidar y mantener encendido el fuego, siendo severamente castigadas, incluso con la muerte, si no cumplían su labor